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lunes, 21 de mayo de 2012

Fragmento de "Diario de Ana Frank"

El Diario de Ana Frank es un libro maravillosos en el que se refleja con gran claridad cómo es vivida una guerra por las personas más desvaforecidas. Con la subida de Hitler al poder, los judíos deben esconderse o ser aplastados por su imperio.

Miércoles, 23 de enero de 1943

Querida Qitty:
     Todo me ha salido mal esta mañana, y no he podido terminar nada como es debido.
     El terror reina en la ciudad. Noche y día esas pobres gentes son arrastradas, con solo una bolsa al hombro y un poco de dinero. Bienes que, según dicen, también les quitan en el trayecto. Se dispersa a las familias, agrupando a hombres, mujeres y niños.
     Al volver de la escuela, los niños ya no encuentran a sus padres. Al volver del mercado, las mujeres encuentran las puertas selladas y sus familias desaparecidas.
     Los cristianos holandeses también se ven afectados: se manda a sus hios a trabaos forzados en Alemania. Todo el mundo tiene miedo.
     Centenares de aviones vuelan sobre Holanda dejando caer sus bombas y arrasando las ciudades alemanas; y  cada hora, miles de hombres caen en Rusia y en África del Norte. Nadie puede sustraerse: el globo entero se halla en guerra y aunque parece que los aliados la ganarán, aún no se ve el final. Y nosotros sí, nosotros somos afortunados, más que millones de personas. Nosotros estamos protegidos y "vivimos de nuestras rentas". Somos tan egoístas que nos permitimos hablar de la posguerra, alegrándonos ante la perspectiva de ropas nuevas y de zapatos nuevos, cuando deberíamos ahorrar hasta el último céntimo para ayudar a aquellos que despues de la guerra se verán sumidos en la miseria, o para tratar de salvar lo que quede.
     Vemos aquí circular a los niños en blusita de verano u zuecos, sin abrigo, ni gorra, ni medias, y no hay quien los ayude. Tienen el estómago vacío y mordisquean una zanahoria para acallar el hambre. Salen de su fría casa para dirigirse a una clase aún más helada. Muchos niños detienen a los transeúntes para pedirles un mendrugo de pan. Holanda ha llegado a esto.
     Podría seguir durante horas hablando de la miseria acarreada por la guerra, pero me desalentaría aún más. No podemos más que resistir aguardando el fin de tanta desventura.
     Judíos y cristianos esperan, el mundo entero espera y muchos esperan la muerte.
Tuya, Ana.